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abandono

A partir del momento en que somos transportados más allá de nuestras preocupaciones, diciendo fácilmente "Dios proveerá", se puede decir que comenzamos a ser cristianos. (M. D. Molinié)

 
Ahora no tengo ya ningún deseo, a no ser el de amar a Jesús con locura (...) Tampoco deseo ya ni el sufrimiento ni la muerte, aunque sigo amándolos a los dos.. (...) Ahora sólo me guía el abandono, ¡no tengo ya otra brújula...! (Santa Teresa de Lisieux)

 
Al aprendiz de la oración contemplativa le basta saber que no debe perder el tiempo en raciocinios intelectuales, teológicos o filosóficos para comprender a ese nivel la naturaleza y los atributos de Dios. Le interesa saber que basta abrirse totalmente a Dios con gran generosidad y mucha constancia para que él, de algún modo, se le descubra. (Pedro Finkler)

 
Al comienzo de la vida espiritual, se intenta sobre todo amar a Dios, al término se comprende que basta dejarse amar por él. (Jean Lafrance)

 
Alegría del abandono, a pesar de las pruebas y del peso del pecado, confianza sin límite del hijo pródigo y del ciego, humildad de servidor inútil: esa es la línea de conducta que Teresa copió - calcó. del Evangelio. (Víctor Sión)

 
Aquí estoy ante ti, Dios mío.,.. Aquí estoy, rico en miseria y en pobreza, cobarde al máximo. Aquí estoy ante ti, que eres solo Amor y Misericordia. (P. Lemarchand, Trapense asesinado en Tibhirine).

 
Aún no es tiempo... ten confianza. (Beato Rafael Arnáiz)

 
Busca tus consuelos en la paz tranquila, quieta y sosegada del que nada espera. (Beato Rafael Arnáiz)

 
Buscad al Señor con corazón entero. Lo encuentran los que no exigen pruebas, y se revela a los que no desconfían. (Libro de la Sabiduría)

 
Condúceme, Señor, por ese camino de soledades, que es el seguro, pues el no haber otros que lo crucen y siendo Tú el que guía, ¿qué hay que temer?. (Beato Rafael Arnáiz)

 
Cuando alguien comienza a escuchar la llamada del Señor en lo íntimo de su alma, reflexionar y raciocinar sobre las cosas de Dios no tiene ya sentido. La actitud que entonces se impone por sí misma es la de una simple y total entrega al Señor. (Pedro Finkler)
 
Cuando se ha comprendido que Dios nos ama, sólo queda una cosa que hacer: ofrecerse al amor para que él haga de nosotros lo que quiera. (Jean Lafrance)

 
Cuando tras fervorosas oraciones a Dios y a los santos no era escuchada, les daba las gracias, a pesar de todo, diciendo: "Creo que quieren ver hasta dónde voy a llevar mi esperanza". (Santa Teresa de Lisieux)

 
Cuando un alma en el camino espiritual ha llegado a tanto que se ha perdido a todos los caminos y vías naturales de proceder en el trato con Dios, que ya no le busca por consideraciones ni formas ni sentimientos ni otros modos algunos de criatura ni sentido, sino que pasó sobre todo eso y sobre todo modo suyo y manera, tratando y gozando a Dios en fe y amor, entonces se dice haberse de veras ganado a Dios, porque de veras se ha perdido a todo lo que no es Dios y a lo que es en sí. (San Juan de la Cruz)

 
Darse totalmente a Dios no puede realizarse más que en la oscuridad total. (Theilard de Chardin)

 
Debemos ser hombres de Dios y, para decirlo más sencillamente, hombres de oración con el suficiente valor para arrojarnos en ese misterio de silencio que se llama Dios sin recibir aparentemente otra respuesta que la fuerza de seguir creyendo, esperando, amando y, por tanto, orando. (Karl Rahner)

 
Deja hacer al Señor; Él te enviará consuelo y te alimentará con alimentos dulces, cuando así te convenga, y te mandará cruz y sequedades e incluso hará entrar tu alma en agonía, siempre que te sea necesario. (Beato Rafael Arnáiz)

 
... del azúcar no me ocupo ni poco ni mucho, ¿para qué?... Lo que Dios quiera de mí, eso será. (Beato Rafael Arnáiz. El Beato Rafael era diabético, de ahí lo del azúcar.)

 
Desde niña me encantaban estas palabras de Job: "Aunque Dios me matara, seguiría esperando en Él". Pero he tardado mucho tiempo en llegar a este grado de abandono. Ahora ya estoy en él: Dios me ha introducido en él, me ha tomado en brazos y me ha instalado en él... (Santa Teresa de Lisieux)

 
... desprecié el mundo por Ti..., déjame despreciar lo último que me queda, mi voluntad y mi vida.
        Mas Señor, en esto no hay mérito, pues aborrecer lo único que de Ti me separa, no es cosa grande, y esperar con ansia lo que a Ti me puede acercar, no es virtud. ¿Qué mérito hay en aborrecer la vida y esperar la muerte?
         Pero yo, Señor, no quiero aborrecer lo que Tú me des, ni desear lo que Tú aún no quieres darme. Cúmplase, Jesús mío, tu voluntad. (Beato Rafael Arnáiz)
 
Dios busca ante todo nuestro punto más débil, el único lugar donde su poder se puede desplegar de manera ilimitada. (André Louf)

 
Dios, en tanto que rige los astros y preside las revoluciones de la tierra, concurre a los trabajos de la hormiga, al menor movimiento de los insectos que pululan en el aire y al de los millones de átomos contenidos en la gota de agua. (Dom Vital Lehodey)

 
Dios mío, no te amo, ni siquiera lo deseo. Me aburro contigo. Tal vez, ¡ni siquiera creo en ti!. Pero mírame al pasar. Resguárdate un momento en mi alma, ponla en orden de un soplo, sin parecerlo, si decirme nada. Si tienes ganas de que crea en Ti, tráeme la fe. Si tienes ganas de que te ame, tráeme el amor. Yo no lo tengo, y no puedo nada. Te doy lo que tengo: mi debilidad, mi dolor. Y esta ternura que me atormenta y que Tú ves tan bien... Y esta desesperación... Y esta vergüenza enloquecida. Mi mal, nada más que mi mal... ¡Y mi esperanza! Es todo. (María Noel)

 
Dios mío, te ofrezco mi corazón; tómalo si quieres, para que ninguna criatura pueda adueñarse de él, sino sólo tú, mi buen Jesús. (Santa Teresa de Lisieux)

 
Dios mismo se encarga de orientar la vida espiritual de aquellos que se le entregan con gran amor y simplicidad. (Pedro Finkler)

 
El abandono es un camino de cruz y amor. (Jaume Boada)

 
El abandono es un camino de fe. La fe ha de ser la única luz del camino. (Jaume Boada)

 
El abandono exige una progresiva entrega interior a Dios y a los hermanos. (Jaume Boada)

 
El abandono te llevará a una total aceptación de la voluntad del Padre y a una fidelidad sin límites, a pesar de que muchas veces no entiendas lo que Dios te pide. (Jaume Boada)

 
El alma que ve la voluntad de Dios en todas las cosas, hasta en las más pequeñas, lamentables y mortales, las vive y recibe todas con un gozo, con una alegría y con un respeto siempre igual. Y abre todas sus puertas para recibir con honor las mismas cosas que otros temen y procuran evitar. (Jean Pierre de Caussade)

 
El alma quiere a su Dios a toda costa. Si hay que abandonarlo todo, lo abandonará todo; si perderlo todo, lo perderá todo. Dejará su manto, que después de todo no es de ella, en las manos de quienes quieran retenerla. Renunciará sin dolor a sus maneras propias de sentir, de pensar y de querer, como a un equipaje pesado y molesto. No pedirá ningún goce a nada. No pensará ya en ninguna cosa del mundo. No volverá a utilizar las ideas, sin duda justas, pero deficientísimas, que se hacía de su Dios. Se contentará con la fe. Y ya no querrá aquí abajo nada más, sino a Él y sólo a Él. (Robert de Langeac)

 
El dichoso y verdadero consuelo es aquel que la Verdad hace percibir interiormente. El hombre devoto, en todo lugar lleva consigo a su consolador Jesús, y le dice: Ayúdame, Señor, en todo lugar y tiempo. Sea, pues, mi consolación carecer de buena gana de todo humano consuelo. Y si tu consolación me falta, será mi mayor consuelo tu voluntad y justa probación. (Tomás de Kempis)

 
El mayor consuelo es no tener ninguno. (Beato Rafael Arnáiz)

 
El mérito no consiste en hacer mucho ni en dar mucho, sino más bien en recibir, en amar mucho ... (...) ...¡... qué fácil es agradar a Jesús, cautivar su corazón! Lo único que hay que hacer es amarle sin mirarse uno a sí mismo y sin examinar demasiado los propios defectos. (...) Lo único que ella (Teresa) tiene que hacer es abandonarse, entregarse sin reservarse nada para sí. (...) ... mi director, que es Jesús, no me enseña a llevar la cuenta de mis actos, él me enseña a hacerlo todo por amor, a no negarle nada, a estar contenta cuando él me ofrece una ocasión de demostrarle que le amo, pero eso se hace en la paz, en el abandono, es Jesús quien lo hace todo y yo no hago nada. (Santa Teresa de Lisieux)

 
El principiante, impulsado por el temor, sufre la Cruz de Cristo con paciencia; el proficiente, impulsado por la esperanza, la lleva con gusto; el que está consumado en la caridad la abraza ya con amor. (San Bernardo)

 
El recuerdo de mis faltas me humilla y me lleva a no apoyarme nunca en mi propia fuerza, que no es más que debilidad. ... (...) ... Procuro no preocuparme ya de mí misma en nada y dejar en sus manos lo que él quiera obrar en mi alma. (Santa Teresa de Lisieux)

 
El Santo Abandono es él mismo el acto más perfecto de amor de Dios que un alma pueda producir, y vale más que mil ayunos y disciplinas. Porque quien da sus bienes por medio de la limosna, su sangre con los azotes, su alimento con el ayuno, da una parte de lo que tiene; el que da a Dios su voluntad se da a sí mismo y da todo, de suerte que puede decir: Señor, soy pobre, mas os doy todo cuanto puedo; después que os he dado mi voluntad, nada me queda que ofreceros. (San Alfonso Mª de Ligorio)

 
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas... Aunque camine por cañadas oscuras nada temo, porque tú, Señor, vas conmigo. (Salmo 22)

 
El simple FIAT en todas nuestras penas interiores y exteriores, bastará para conducirnos a una elevada santidad. (Dom Vital Lehodey)

 
El único camino es la espera en los brazos de Dios. (Beato Rafael Arnáiz)

 
El único camino que conduce a esa hoguera divina (el amor) es el abandono del niñito que se duerme sin miedo en brazos de su padre. (Santa Teresa de Lisieux)

 
El verdadero paciente no mira quién le ofende, si es superior, igual o inferior; si es hombre bueno y santo, o perverso e indigno. Sino que cualquier adversidad que le venga de cualquier criatura indiferentemente, y en cualquier tiempo, la recibe de buena gana, como de la mano de Dios, y la estima por mucha ganancia. (Tomás de Kempis)

 
El "viejo", que se dedica a calcularlo todo, a hacer las cuentas de lo positivo y lo negativo, limita las posibilidades de la actuación de Dios porque pone límites a su amor y a su misericordia. (Tadeusz Dajczer)

 
En algún momento tendrás que convertirte en un niño, confiado, humilde, que espera todo del Señor. Si eso no sucede aquí, tendrá que suceder en el purgatorio. El estado de infancia espiritual es absolutamente indispensable, no sólo para la santificación, sino también para la salvación. (Tadeusz Dajczer)

 
... en cuanto a su estado de salud, no me preocupa nada, pues tal como yo le quiero, que es de una manera muy especial, no se me ocurriría decirle que se cuidara. (Beato Rafael Arnáiz)

 
En el camino hacia un perfecto abandono hay que estar dispuestos a que el Señor disponga de nosotros a su gusto. Es necesario que nuestra voluntad, si ha de conservarse en disposición de recibir todos los quereres divinos, esté constantemente desasida de las riquezas, de los parientes y amigos, desasida de la salud, del reposo, del bienestar, de sus propios quereres, de la ciencia, de las consolaciones, desasida de la estima y del cariño de los demás. En todas estas cosas y otras semejantes necesita estar siempre y por completo desprendida, no buscando sino a Dios y su santísima voluntad. (Dom Vital Lehodey)

 
En el momento de la muerte no hay más que hacer que arrojarse confiadamente en la misericordia. Si es el único acto que debiéramos realizar en el momento de la muerte, es el único que se nos pide para toda la vida. (M. D. Molinié)

 
En tu relación con Dios, ... "tu parte es la de la madera con respecto al carpintero. (...) Olvídate de todo excepto de Dios y fija en él tu puro deseo, tu anhelo despojado de todo interés propio". (La Nube del No Saber)

 
En vez de una aceptación estoica de los decretos "providenciales", de los hechos y de otras manifestaciones de la "ley en el cosmos", debemos presentarnos desnudos y sin defensas en el centro de esta realidad que nos asusta, donde estamos solos delante de Dios dependientes de su cuidado providente, en una extrema necesidad del don de su gracia, de su perdón y de la luz de la fe. (Thomas Merton)

 
Encuentran al Señor los que no exigen pruebas, y se revela a los que no desconfían. (Libro de la Sabiduría)

 
Es mejor no buscar nada, pues el Señor nos va dando a medida de nuestra necesidad los manjares que Él ve convenientes. (Beato Rafael Arnáiz)

 
Espera con alegre y modesta finura la iniciativa del Señor. (La Nube del No Saber)

 
Esta es la manera más nobles, más perfecta y más pura de amar. Si se puede medir el amor que nosotros tenemos a Dios por la grandeza de los sacrificios que estamos dispuestos a hacer por Él, ¿qué amor puede ser más puro y más grande que el de las almas que abandonan al divino beneplácito no tan solo sus bienes temporales, su reputación, su salud y su vida, sino hasta el interior de su alma y su eternidad, para no querer en todo esto sino el orden y la voluntad de Dios? ¿No pudiera decirse que su amor está enteramente libre de todo propio interés, puesto que ellas se ponen en este estado de víctimas, consintiendo en que Dios las destruya en cualquier momento, y que haga un sacrificio continuo de la voluntad de ellas a la suya?. (Padre Piny)

 
Estoy convencida de que si, por un imposible, encontrases un alma más débil y más pequeña que la mía, te complacerías en colmarla de gracias todavía mayores, con tal de que ella se abandonase con confianza total a tu misericordia infinita. (Santa Teresa de Lisieux)

 
Fiarse de Dios, confiar en Él es uno de los riesgos menos comprensibles para el hombre racional de nuestro tiempo. Nada evita la sensación desnudadora de salto en el vacío. (...) Sin embargo, esta experiencia de confianza y salto en el vacío es incomunicable y solo se percibe autobiográficamente en propia carne. (Miguel Márquez Calle)

 
Hagas lo que hagas de mí, te doy gracias porque te amo. (Jaume Boada)

 
Hasta que no tengamos un perfecto abandono en manos de Dios, no habremos hecho nada. (Beato Rafael Arnáiz)

 
Hay que hacer, me dijo, todo cuanto está en nosotros, dar sin medida, renunciarse continuamente . En una palabra, probar nuestro amor por medio de todas las buenas obras que están en nuestro poder... Pero como, al fin de cuentas, todo esto es bien poca cosa... es necesario, cuando hayamos hecho todo lo que creemos deber hacer, confesarnos "siervos inútiles", esperando, no obstante, que Dios nos de por gracia todo lo que deseamos.
           He aquí lo que esperan las almas pequeñas que "corren" por el camino de infancia. Digo "corren" y no "descansan". (Santa Teresa de Lisieux)
 
Hay que saberse perdido para desear ser salvado. (Madeleine Delbrêl)

 
Haz de mí lo que quieras, como quieras, cuando quieras... porque te amo. (Jaume Boada)

 
Ir adelante el entendimiento es irse más poniendo en fe, y así es irse más oscureciendo, porque la fe es tiniebla para el entendimiento. De donde, porque el entendimiento no puede saber cómo es Dios, de necesidad ha de caminar a Él rendido, no entendiendo. (San Juan de la Cruz)

 
Jesús mismo deberá pagar todos los gastos del viaje y el precio de la entrada en el cielo. (Santa Teresa de Lisieux)

 
Jesús no pide grandes hazañas, sino únicamente abandono y gratitud. (Santa Teresa de Lisieux)

 
La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al amor. (Santa Teresa de Lisieux)

 
La fidelidad a la oración y la caridad fraterna serán para nosotros señales de discernimiento para comprobar la autenticidad del abandono. (Jaume Boada)

 
La perfección consiste en hacer su voluntad, en ser lo que él quiere que seamos. (Santa Teresa de Lisieux)

 
La total ofrenda de la vida tiene como su mayor exigencia el dejarse invadir por el Amor. Que Él lo sea todo en ti. (Jaume Boada)

 
La voluntad de Dios es toda la estrategia de un alma sencilla, que es capaz de reconocerla hasta en aquéllas acciones irregulares que el soberbio realiza para humillarla. (Jean Pierre de Caussade)

 
Lo que eran para mí ganancias, eso lo considero por Cristo como pérdidas; porque todo lo estimo como pérdida y lo considero basura ante el sublime conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien he sacrificado todas las cosas para ganar a Cristo. (Pablo de Tarso)

 
Los corazones a los que Tú deseas prodigar tu Amor, se vuelven hacia las criaturas, mendigándoles a ellas con su miserable afecto la felicidad, en vez de arrojarse en tus brazos y aceptar tu Amor infinito... (Santa Teresa de Lisieux)

 
Me he dado cuenta de que lo que yo desee no tiene valor a los ojos de Dios, y que lo mejor es ponerse en sus manos, y nada más. (Beato Rafael Arnáiz)

 
¡Misericordia infinita de Dios! ¿Qué he hecho yo, para que así me trates? Mas ya todo acabó. Seré generoso. Seré dócil; me lleves donde me lleves, amaré lo que tú ames, incluso el vivir, si ese es tu deseo. Me abismaré en esa soledad del espíritu y del cuerpo para que en ella, como dice la canción, hagamos el nido de amores divinos; en ella me trates, me ilustres, me guíes para que en esta senda de la vida por el mundo, no me pierda y extravíe. (Beato Rafael Arnáiz)

 
No desear, no buscar, no pedir..., solamente amar a Dios y entregarse en sus manos como un niño pequeño. (Beato Rafael Arnáiz)

 
No digamos a Dios sino esta palabra: Fiat voluntas tuas; repitámosla desde lo íntimo del corazón, cien veces, mil, siempre. Agradaremos más a Dios con esta sola palabra que con todas las mortificaciones y devociones posibles. (San Alfonso Mª de Ligorio)

 
No es pequeña la dificultad de añadir a la observancia de los preceptos el desprecio voluntario de las riquezas y de los bienes exteriores; aún es más difícil juntar a esto el desprecio de la reputación y toda gloria; mucho más difícil todavía, no hacer caso alguno de la vida, del cuerpo y de la propia voluntad. Empero, lo más dificultoso es subordinar a la sola voluntad y gloria de Dios los dones sobrenaturales, los consuelos, los gustos espirituales, las virtudes, la gracia, en fin, y la gloria. (P. Le Gaudier)

 
No se obra de todo para Dios sino cuando ya no se hace absolutamente nada para uno mismo. (Robert de Langeac)

 
Oigo a los hombres hablar, discutir... Les veo con sus afanes, pegados a la tierra... nadie habla de Dios... Todo es ruido, aún en la Trapa. (Beato Rafael Arnáiz)

 
Oración de petición en un perfecto abandono: "Dígnate, Señor, aliviar la carga o aumentar mis fuerzas; alejar la tentación o concederme la gracia de vencerla". (Dom Vital Lehodey)

 
Para abandonarte es preciso recibir una luz muy profunda sobre la dimensión infinita del amor de dios para contigo y comprender que es Padre; desde ese momento ya no se trata de caminar hacia Dios, sino de no decidir nada por uno mismo, de dejar el timón de la vida. (Jean Lafrance)

 
Para tener éxito en la vida contemplativa, el principiante debe superar una primera dificultad: habituarse a pensar y a obrar en cualquier circunstancia en un clima densamente afectivo en el que el foco de afectividad vaya dirigido directamente a Dios. (...) Eso supone una actitud existencial firmemente anclada en una fe sencilla e inquebrantable. (Pedro Finkler)

 
Podremos decir que hemos encontrado a Dios cuando de verdad nos sepamos en sus manos. (Jaume Boada)

 
Preferir una obra humana a una obra divina es renunciar a hacer TODO porque se quiere hacer ALGO. No hay más que una manera de hacer todo: dejarse hacer completamente por Dios. (M. D. Molinié)

 
Prestémonos de buena gana a su acción. Él es quien nos pone en la prueba, Él nos sostendrá. (Dom Vital Lehodey)

 
Quien desea vivir el abandono tiene que abrir su vida a una total y progresiva desapropiación de sí mismo. Se trata de la pobreza de alma... que se vive queriendo ser pobre e intentando serlo en todo. (Jaume Boada)

 
Quien se ha abandonado, ha de creer que se halla en las manos del Padre; eso le basta. (Jaume Boada)

 
Rezar es aceptar ser encontrado por Dios en ese lugar de nuestra persona donde él quiera hablarnos. (Jean Lafrance)

 
Santa Juana de Chantal, ante la adversidad, decía: "¡Recio en el golpe!, mas ¡qué dulce y qué paternal la mano que lo ha dado!; la beso y la quiero con toda mi alma, inclinando la cabeza y rindiendo todo mi corazón bajo su santísima voluntad que adoro y reverencio con todas mis fuerzas". (Dom Vital Lehodey)

 
Se puede muy bien ser pequeño hasta en los cargos más temibles, aún viviendo muchos años. Si yo muriese a los 80 años, si hubiese estado en China o en cualquier otra parte, estoy segura de que moriría tan pequeña como hoy. (Santa Teresa de Lisieux)

 
Se trata, en una palabra, de cesar en el empeño de realizar las propias y personales ambiciones de santidad, y aceptar el hecho innegable de que es Dios mismo quien atrae a sí al hombre. (Conrad de Meester)

 
Señor: esté mi voluntad firme y recta contigo, y haz de mí lo que te agrade, que no puede ser sino bueno todo lo que Tú hicieres de mí. Si quieres que esté en tinieblas, bendito seas; y si quieres que esté en luz, seas también bendito. Si te dignas consolarme, bendito seas, y si me quieres atribular, también seas bendito para siempre. (Tomás de Kempis)

 
Señor, haced que crezca en mí vuestro propio amor. Completad vos mismo lo que le falta a mi amor. Llenad mis manos vacías, dadme vuestro propio corazón. (Conrad de Meester)

 
Señor, no deseo sino agradaros; deseo el don de oración, el espíritu de mortificación, todas las virtudes, y os las pido con instancia, y me propongo trabajar sin descanso en su adquisición. Sin embargo, vuestra adorable voluntad será constantemente la regla de mis deseos aún de los más legítimos y santos. Anhelo mi santificación en cuanto Vos lo deseáis de mí, pero solamente en la medida, forma y tiempo que os convenga. (Dom Vital Lehodey)

 
Si alguna cosa es capaz de hacer a un corazón libre y dilatado, es el perfecto abandono en Dios y en su santa voluntad. (Bossuet)

 
Si de veras estamos unidos por amor a su voluntad, nada desearemos que Él no desee, nada amaremos que Él no ame, y estando abandonados a su voluntad, nos será indiferente cualquier cosa que nos envíe, cualquier lugar donde nos ponga... (Beato Rafael Arnáiz)

 
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles (...)
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! (Salmo 126)
 
Si hay un camino en que se ejercite una fe viva, una confianza a toda prueba, es sin duda, el del abandono a la divina voluntad, pues en él se cree lo que parece menos creíble: a saber, que Dios realiza nuestros negocios destruyéndolos, que nos formará aniquilándonos, que nos iluminará cegándonos, que nos unirá a Él más íntimamente dejándonos en la angustia; en una palabra, que nos perfeccionará destruyendo nuestras inclinaciones y nuestra voluntad. (Dom Vital Lehodey)

 
Si hay un camino en que se ejercite una fe viva, una confianza a toda prueba, es sin duda, el del abandono a la divina voluntad, pues en él se cree lo que parece menos creíble: a saber, que Dios realiza nuestros negocios destruyéndolos, que nos formará aniquilándonos, que nos iluminará cegándonos, que nos unirá a Él más íntimamente dejándonos en la angustia; en una palabra, que nos perfeccionará destruyendo nuestras inclinaciones y nuestra voluntad. (Dom Vital Lehodey)

 
Si queremos santificación, debemos aplicarnos únicamente a no seguir jamás nuestra propia voluntad, sino siempre la de Dios... Hacer lo que Dios quiere, querer lo que Dios hace. (Dom Vital Lehodey)

 
Si quieres vivir el abandono, tienes que tener una fe muy grande en el perdón, la bondad y la misericordia del Padre. (Jaume Boada)

 
Si todas las almas débiles e imperfectas sintieran lo que siente la más pequeña de todas las almas, el alma de tu Teresita, ni una sola perdería la esperanza de llegar a la cima de la montaña del amor, pues Jesús no pide grandes hazañas, sino únicamente abandono y gratitud... (Santa Teresa de Lisieux)

 
Si todas las flores quisieran ser rosas, la naturaleza perdería su gala primaveral y los campos ya no se verían esmaltados de florecillas. (Santa Teresa de Lisieux)

 
Sólo con un abandono total y confiado podrás vivir la contemplación. (Jaume Boada)

 
Sólo el amor puede empujar a un ser no sólo a darse, sino a abandonarse a Dios, "a ponerse entre sus manos, sin medida, con una confianza infinita". (Jean Lafrance)

 
Soy un pobre hombre ignorante de lo que me conviene y Dios vela por mí como nadie puede sospechar. (Beato Rafael Arnáiz)

 
Tengo que saltar, para abrazarme a esa cruz bendita donde está Jesús que me espera... El salto me cuesta darlo, pero cuando miro a la otra orilla, y veo a María con los brazos abiertos y a su Hijo Jesús, que me mira y me llama con tanto amor... te aseguro que todo se me olvida. (Beato Rafael Arnáiz)

 
Todo el trabajo para aprender a ser contemplativo se resume en desvelar el natural deseo de amar, mirar después hacia Dios y extender los brazos hacia él movidos de un fortísimo deseo de estar con él. (Pedro Finkler)

 
Un alma santamente indiferente se parece a una balanza en equilibrio, dispuesta a ladearse a la parte que quiera la voluntad divina (...) o a una hoja de papel en blanco sobre la cual Dios puede escribir a su gusto. (Dom Vital Lehodey)

 
Una sencilla imprudencia que lleva consigo consecuencias desagradables, patentes a la vista de todos: he aquí sin género de dudas la más humillante de las humillaciones, y ved ahí, por consiguiente, una excelente ocasión para herir de muerte al amor propio, y que jamás habremos de desperdiciar. Tómase entonces el corazón con ambas manos y se le obliga, a pesar de su resistencia, a hacer un acto de perfecta resignación, siendo éste el momento más favorable para decir y repetir el fiat de un perfecto abandono; más aún, es preciso esforzarse por llegar hasta la acción de gracias y añadir al fiat el Gloria Patri. Una sola prueba así aceptada hace progresar a un alma más que numerosos actos de virIndice.htmtud. (Jean Pierre de Caussade)

 
Únicamente Dios dispone los acontecimientos de nuestra vida de destierro. Pero nosotras no le vemos, se oculta, esconde su mano divina, y no logramos ver más que a las criaturas... Las criaturas son peldaños, instrumentos, pero la mano de Jesús es la que lo dirige todo. En todo se le ha de ver sólo a él. (Santa Teresa de Lisieux)

 
Uno no solamente se da o se abandona en Dios, sino que le entrega lo más recóndito de su ser, con toda su capacidad de conocimiento, de amor y de acción. Tal don no puede realizarse más que a condición de morir a todo y a uno mismo para entregarse en manos de otro. (Jean Lafrance)

 
Veo su voluntad hasta en las cosas más nimias y pequeñas que me suceden. (Beato Rafael Arnáiz)


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