Actualmente, hay demasiados falsos profetas en nuestro mundo, muchos caen fácilmente en sus redes y en la trampa de sus falsedades, lo que les impide volar en su camino hacia Dios. Hay demasiados que creen en la astrología, como si nuestra vida estuviera predeterminada en la órbita de los astros. ¿Acaso Dios no es todopoderoso y controla el Universo con todas sus energías? ¿Por qué tienen que acudir a talismanes para tener buena suerte o para defenderse de los enemigos? ¿Acaso Dios no es nuestro protector y defensor?
Realmente, da pena ver a tantos hombres que van sin rumbo por la vida y que, para defenderse de las fuerzas cósmicas, buscan toda clase de amuletos y talismanes y creen en toda clase de supersticiones, horóscopos y brujerías. Incluso en los países "desarrollados" económicamente, aunque parecen "subdesarrollados" en el espíritu, se ven las más absurdas supersticiones. Por ejemplo, cantantes que, para salir a cantar, deben ir con medias de distinto color, aviadores que llevan su "talismán" para la buena suerte, sea una uña de león, un diente de zorra, una moneda, un zapato o un colmillo de elefante en miniatura... En las grandes ciudades de Occidente, no faltan los adivinos del futuro, que, a través de hojas de té, de las cartas o de la bola de cristal... aseguran el porvenir.
Muchos de estos contemporáneos están muy sensibilizados para la defensa del medio ambiente y de los animales, pero se olvidan de los otros hombres. Por ejemplo, en Navidad, en una gran ciudad europea, una señora dio a la Sociedad protectora de animales un grandioso donativo para el festín de los animales de zoológico en recuerdo del buey y del asno que estuvieron en la cueva de Belén. Ese día, la ración de los animales fue realmente opípara con abundante carne, dulces, etc., etc. Un diario de Berlín dio la noticia de que una actriz había encargado una dentadura postiza para su perrito. Otro ejemplo, una rica señora de Roma, al morir, dejó a la sociedad protectora de animales la suma de veinte millones de dólares con la condición de cuidar a sus trece gatitos y recoger a todos los gatos sin dueño de la ciudad. Todo ese dinero sólo para gatos... ¿y los hombres? Por eso, la Iglesia nos dice: "Es indigno invertir en los animales sumas que deberían remediar, más bien, la miseria
de los hombres. Se puede amar a los animales, pero no se puede desviar hacia ellos el afecto debido únicamente a los seres humanos" (Cat 2418). Muchos de estos defensores de los animales son, a la vez, partidarios del aborto. ¡Qué contradicción!
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